lunes, 27 de julio de 2009

Reglas del juego

Personalmente creo que es un bajon entrar a un blog o algo parecido, en tanto se actualiza periódicamente, y descubrir que no hay nada nuevo para ver. Esto es especialmente molesto si se repite a lo largo de varios días.
Para quienes sientan lo mismo y no quieran sufrirlo con este blog, les hago una pequeña referencia explicativa de un cierto fenómeno psicológico. Esto lo leí en un genial libro que me prestó Chero titulado "The ghost in the machine" de Arthur Koestler.

Habrán, queridos lectores, sentido nombrar alguna vez al conductismo. Se trata de una corriente de pensamiento que se centra en la conducta o comportamiento. A mi gusto es demasiado reduccionista y Koestler me hizo reír con satíricas explicaciones sobre lo que creen los behaviourists. Sin embargo, creo que hay mucho rescatable en sus trabajos. [Me parece que estoy creyendo que hay cosas rescatables en todo. Vuelvo a esto en otro post que se trate más de mi.]
Todos recordarán al famoso Pavlov por sus estudios de perros salivantes. Nos situamos al principio del siglo XX y aparece el condicionamiento de los reflejos. Luego parece que todo se trata de estímulos y respuestas. En un intento de formalizar todo esto y darle un marco científico propiamente dicho, se inventan un montón de reglas y términos "bien" definidos. Se habla entonces de medir, sí señores, medir, la fuerza de un estímulo, un condicionamiento, un comportamiento.

Ratones de laboratorio... aquí esta la cuestión. Parece que en estos experimentos siempre se juega con la comida. Ponen ratones en jaulas que tienen una palanca. El ratón rápidamente aprende que empujar la palanca le consigue comida. En determinado momento, no le dan más comida, los muy crueles. Hablan luego de mayor o menor fuerza del condicionamiento según cuanto tiempo tarda en dejar de darle a la palanca. Es simple... podrá ser que el ratón se imagina que ya no hay más comida, o que se rompió la palanca, pero para estos señores es todo estímulos y respuestas y lo que moldea el comportamiento son los refuerzos, positivos o negativos, recompensas y castigos. Así, básicamente, el refuerzo negativo de no recibir comida termina eliminando el comportamiento de accionar la palanca.
Toda esta maldita larga explicación venía a lo siguiente. Aparentemente descubrieron que el condicionamiento era más fuerte si no les daban comida todas las veces. A veces sí y a veces no. Creo que es fácil de entender. Poniéndonos en el lugar del ratón podemos imaginar una actitud de "quizás esta vez sí". Alguien me dijo que tiene que ver con la dificultad para el animal de encontrar un patrón. Yo digo que se trata de las reglas del juego.

Cuando no encontramos un patrón, porque es demasiado complejo, no sabemos que hacer. Cuando no vemos la relación causa-efecto, desordenamos las letras y obtenemos caSUalidad. Inventamos la probabilidad, la suerte, el azar y, finalmente, el destino, deus ex machina [ref].

Si algo parece suceder todas las veces, a la primera que no sucede nos sorprendemos mucho. Imaginen un auto que no arranca... Si se trata de un auto viejo al que siempre le cuesta un poco, intentaremos varias veces y cada fallo sera solo un poco más fuerte, como refuerzo negativo, que el anterior. En el caso de un auto nuevo pensaremos casi automáticamente que algo anda mal.
Es en la medidad en que conocemos las reglas del juego que nos hacemos ilusiones y enfrentamos luego desilusiones. Uno espera y desespera en función de su interpretación de las cosas y los patrones con los que las compara o las reglas que pretende que las rijan.

Suena natural querer evitar lo que llamamos "desilusión". Dije más arriba que surjen de las ilusiones que nos hacemos por no conocer las reglas del juego. Pedirle peras al olmo. Yo digo: Si querés pedíle, pero no las esperes.
No se trata de saber todo. Conocer todas las reglas de juego de todos los "juegos" parece imposible. Es bueno saber, es bueno aprender, es bueno poder distinguir un Pyrus de un Ulmus.

Yo creo que el camino es reconocer lo que no sabemos. Así, les quitamos fuerza a las ilusiones que nos hagamos equivocadamente. Uno sufre tanto la desilusión como haya querido a la ilusión. Cuando vean algo, fíjense que no sea sólo una ilusión antes de entregarse a quererlo.

La enseñanza que quizás haga valioso haber leído todo este post:
Elijan sus ilusiones y piensen en qué las basan. Nutran sus esperanzas pero no se aferren sin pensarlo. Hagan esto y seguramente van a tener desilusiones... tener, no sufrir.

1 comentario:

Ragnar dijo...

A ver, si vos pretendés que este post sirva como excusa para publicar año por medio... te cuento que la diferencia esencial entre los ratones y los lectores, es que los ratones se cagaban de hambre si no apretaban la palanquita.